Aachísss… ¿Tienes claro qué comer cuando te estás resfriando?
El exceso de cansancio y alimentos fríos, azucarados, y lácteos, se manifiestan en mucosidades, irritación de garganta y cuerpo frío. Si estás en fase de notar los primeros síntomas, estás a tiempo todavía de cortarlo, cómo?
Descansando y reforzando tus defensas con alimentos que te nutran interiormente y aporten calor interior, a base de buenos caldos, sopas miso, estofados de legumbres y verduras, semillas, mucho repollo, limón, condimentos salados y té de Jengibre.
Sin embargo, cuando ya te lo has cogido del todo, el propósito es el contrario, ayudarlo a salir, sin querer eliminar los síntomas de golpe. Los alimentos que ayudan en este caso son aquellos de energía expansiva, como por ejemplo, la cebolla, el ajo y el puerro.
La cebolla ayuda a eliminar mucosidades gracias a su efecto antiinflamatorio, analgésico, desintoxicante y expectorante. Eso sí, hervida pierde todo su poder antibiótico. El ajo es un gran estimulante del sistema inmunológico y un magnífico antimicrobiano, y el puerro es un excelente antibiótico natural adecuado para combatir microorganismos intestinales.
Es importante llevar una alimentación sencilla a base de verduras cocidas, al vapor, o en cremas, caldos caseros, cereales en texturas secas, proteínas vegetales, algas y fruta cocida. Es recomendable quitar los lácteos, que sólo generarán más mucosidades en el organismo. Y sólo cuando hay fiebre, no hay que obligarse a comer, sino respetar el proceso del cuerpo hasta que elimine las toxinas que no necesite, bebiendo a menudo para no deshidratarse.
La echinacea, el propolis y el té de tomillo con limón no pueden faltar durante esos días de recuperación. Antes de dormir, unos vahos descongestivos con esencia de eucalipto y si te atreves, pon una cebolla cerca de la almohada. 😉