Lo que nunca te han contado sobre la fruta
Parece que todo el mundo sabe ya que la fruta es un alimento vital repleto de vitaminas hidrosolubles, particularmente la vitamina C, minerales como el potasio, fibra, hidratos en forma de fructosa y sobretodo agua. Se habla mucho de su inclusión en las dietas saludables, sin embargo, pocas veces nos cuentan el efecto que tiene a nivel energético y digestivo, algo que va a depender de la condición de la persona que la consume.
A mí la fruta me gusta mucho en general, pero no siempre me ha sentado bien. Me costó un tiempo darme cuenta de que la sandía y el melón me hinchaban a horrores o que el exceso de frutas tropicales minaba mi energía dificultando mi capacidad de concentración; reconocer qué tipo de fruta y en qué momento del día o del año conviene más, permite poder disfrutar de ella con conocimiento, porque se evitan fermentaciones molestas en la digestión y altibajos energéticos.
Nuestro organismo necesita generadores eficientes de energía, algo así como las máquinas necesitan corriente para arrancar. Podemos suministrarles un buen combustible o batería, pero sin corriente no salta la chispa.
La energía es una cuestión de termogenia, y necesitamos contar con “fuego digestivo” para sentirnos vitales. De igual modo, la fruta tiene su propia energía, una naturaleza por lo general fría, por eso nos suele apetecer más en verano o después de hacer ejercicio, momentos en los que sentimos la necesidad de contrarrestar el calor de fuera. No obstante, el aparato digestivo tiene la última palabra. Cada alimento que ingerimos se somete a un proceso de operaciones internas para el que se requiere energía.
Por poner un ejemplo, una persona que se siente débil, tiene malas digestiones, o cuyo metabolismo va lento (asociado normalmente a digestiones débiles/fuego bajo), al consumir mucha fruta, vegetales crudos o licuados fríos, invierte una gran cantidad de energía interna en procesos digestivos que le van a restar energía para otras actividades físicas o mentales, sintiéndose todavía más cansado, disperso o incluso con estancamiento metabólico.
De ahí la importancia de hacer digestiones eficientes, para que no se despilfarre la energía vital en sobreesfuerzos orgánicos, y se asegure una buena asimilación de nutrientes.
Cómo saber si el fuego digestivo está bajo? Hay muchos síntomas, desde sentir las extremidades siempre frías, hasta retención de líquidos, digestiones muy lentas, inflamación, cansancio, debilidad, apatía, dolores de cabeza…
En estaciones de calor, cuando se es caluroso o se consume proteínas animales por la noche, viene bien romper el ayuno matinal con una pieza de fruta de temporada (preferiblemente a temperatura ambiente), aportando agua y organismos vivos ricos en antioxidantes, para después continuar con un desayuno completo. Sin embargo, en el caso de estaciones frías, personas de constitución débil o digestiones lentas, sienta mejor romper el ayuno con bebidas templadas o cremas de cereales suaves.
La fruta nos aporta parte del dulzor natural que necesitamos para vivir, sin embargo tomarla como postre puede producir fermentaciones incómodas a la hora de hacer la digestión de una comida completa. Es preferible recurrir a ella como tentempié fuera de las comidas, procurando que ésta sea local y de estación. Parece una tontería, pero a nivel energético nuestro organismo se adapta de forma mucho más eficiente a los alimentos del hábitat en el que vive. Por algo será que la fruta tropical es originaria de países cálidos y húmedos y no es típica del Cantábrico. La naturaleza es sabia, y nuestro cuerpo también.
Y la pregunta que seguro te ronda la cabeza es, cuántas piezas al día? A mi criterio, después de la experiencia de años con numerosos pacientes, depende totalmente de la persona, de su condición energética, su metabolismo y salud digestiva. Y también, del conjunto de alimentos que hay en su dieta. Para el caso de una persona débil o metabolismo lento, debería ponerse más atención en el consumo de vegetales ligeramente cocinados y alguna fruta estacional como tentempié, compotas o fruta al vapor. La fruta ligeramente cocinada, además de relajar, contribuye a activar el fuego digestivo de este tipo de personas.
Para una persona con exceso de calor, actividad física y digestiones rápidas, se toleran bien de 2 a 3 piezas al día, y mejor entre horas. En este caso, el frescor de la fruta activará la energía.
Las frutas de menor tamaño concentran mayor cantidad de nutrientes, y por supuesto hay frutas como los higos y las uvas que contienen un índice glucémico mucho más alto que una pera o un limón. Por eso, las pautas nutricionales deben ser personales, adaptadas siempre al estado de salud particular de la persona.
A nivel digestivo hay mezclas de alimentos que pueden alterar la salud digestiva, produciendo gases, descomposión, estancamiento metabólico o malestar en general. Es el caso de la fruta mezclada con legumbres en un mismo menú, o con tofu o seitán, incluso cuando se mezcla habitualmente con cereales de desayuno. A la hora de descomponerse los carbo-hidratos procedentes de distintos azúcares y almidones se produce un exceso de fermentación difícil de asimilar y generar la energía adecuada.
Por último, mi gran descubrimiento para las meriendas del verano. Los flanes de frutas con agar-agar, un alga depurativa, rica en yodo y oligoelementos, que permite aprovechar la fruta que empieza a madurar en casa y ofrecerla de una forma digestiva y sabrosa para toda la familia.
Actúa como gelatina al mezclarla y calentarla durante 12 minutos con algún jugo natural o bebida vegetal. Personalmente me gusta la opción del zumo de manzana natural, caliento un litro en una olla a fuego medio, añado 2 cucharadas soperas de agar-agar en polvo, pizca de sal, un poco de melaza de arroz o sirope de agave al gusto (opcional) y en el úlitmo momento, las frutas elegidas en trozos pequeños. Vuelco la mezcla en molde y dejo enfriar en nevera durante 2 horas. El remate final se lo doy cubríendolo después con coco rallado o polvo de almendra.
La fruta sí, pero con conocimiento energético. 🙂