Mindful Shopping
Cuando hago la compra me divierte observar las cestas o carritos de los que están por delante de mí en la caja de pago e imaginarme cómo son sus vidas en función de los alimentos que han elegido. Y no me cabe duda de que el señor encorbatado que viene detrás de mí, cargado con cervezas y latas de mejillones, mira mi cesta y piensa, mira ésta, sólo come césped…
Alguna vez, estando en grandes superficies, me he sentido cual hormiga en una colonia donde todos nos aprovisionamos velozmente con alimentos “útiles” para la vida moderna, como si mañana fueran todos a desaparecer.
Hacer la compra puede ser una tarea de locos o un momento interesante para observar cómo nos encontramos. Partiendo de la base de que nadie dice tener tiempo para hacerla, pero curiosamente los supermercados están siempre llenos, considero que hacer la compra es una acción importantísima en la vida y que merece toda nuestra atención.
El primer impulso suele ser el de optimizar al máximo, “pues ya que voy… y gasto mi tiempo, compro para no tener que volver en muchos días”. Nos llevamos lo que consideramos básico y los “por si acaso”. Y acabamos comiéndonos en cuatro días la supuesta compra hecha para dos semanas, incluídos los tentempiés para las visitas.
Para la siguiente me preparo mejor, y me obligo a hacer una lista estricta de lo que necesita mi despensa y mi nevera para sobrevivir a mis cambios de humor, agotamiento y ansiedad nocturna. Entonces comienza el conflicto… “¿ lo compro porque me lo merezco después de un día agotador?, ¿mejor no lo compro para no tener tentaciones?”… uuufff… pereza y caos.
Si no somos capaces de hacer una compra organizada y con sentido común, no podemos pretender alimentarnos después de forma consciente y nutritiva.
Autocuidarse empieza con la organización de la despensa, desde casa… elegir lo que consideramos nuestros alimentos básicos, la gasolina del día a día, buscar los espacios más convenientes para conservarlos, tener claro el presupuesto semanal del que disponemos, planificar la agenda, las actividades que voy a tener, y con todo ello hacer una lista sincera de necesidades.
Hoy tenemos la posibilidad de hacer pedidos online, pero personalmente no cumplo ese perfil de consumidor, me inclino más por la opción de elegir yo misma mi alimento, especialmente si es fresco.
Entrar en un mercado es una buena oportunidad para despertar la curiosidad por los olores, colores, estímulos… y observar si nos sentimos atraídos de alguna manera por productos que no están en la lista de los “básicos”. ¿Qué es lo que me impulsa a pararme, tocarlo, olerlo, llevármelo? ¿Es mi cabeza, que me convence de que el aporte de fibra o de proteínas que aporta ese producto me conviene? ¿Es mi estómago, que se siente vacío? ¿Es mi paladar, mi corazón…? ¿Siento frío, calor, angustia, apatía, estrés, cansancio… ? Cada día me siento de una manera y es por ello que cada día que voy a la compra actúo de diferente forma. Y una gran parte de los alimentos que metemos en la cesta tienen mucho que ver con las emociones de ese día…
Por todo ello, sugiero algunas ideas para realizar una compra consciente:
- Sentarse diez minutos un día a la semana para organizar la cabeza, … sí la cabeza lo primero, respirar, bajar el ritmo, bajar luego al cuerpo y repasar entonces la despensa y la nevera.
- Coger una libreta y boli y apuntar por un lado los alimentos que voy a reponer cada quince o veinte días: cereales, legumbres, algas, frutos secos, leches vegetales, semillas, especias, condimentos de cocina. Por otro lado, los alimentos frescos para la semana: frutas, verduras, pescado, huevos…
- Decidir un presupuesto/gasto aproximado antes de salir de casa y apuntarlo en la libreta.
- Beber y comer antes de salir a comprar, no ir con el estómago totalmente vacío.
- Tocar, oler, observar productos frescos (frutas y verduras), abrir cajas de huevos, pescado fresco o congelado de calidad …
- No es cuestión de pasarse tres horas mirando las etiquetas de cada producto que se elije, si no de elegir preferiblemente productos sencillos, no procesados. Evitar alimentos desvitalizados, embolsados, enlatados, enriquecidos, congelados…
- Una vez llena la cesta de la compra, pensar si hay algo que se pueda dejar, todavía estoy a tiempo…¿ qué pensamiento rondaba mi cabeza, sensación física o qué sentimiento se apoderaba de mí cuando lo cogí?: hambre de estómago, hambre de corazón, mental, …
- Y por supuesto disfrutar de los pequeños comercios especializados, además de la calidad que ofrecen, no hay nada como el trato humano, atento, el asesoramiento profesional, la socialización en las tiendas, aunque sea para hablar del tiempo o del último Roland Garrós… Me encanta hacer la compra en tiendas ecológicas con encanto, como Kiki Market Organics en Madrid, de donde sales con una buena dosis de satisfacción.
- Una compra consciente es la que se disfruta, con ella elijo dedicar un poco de mi tiempo a cuidarme, desde la tienda, desde mi despensa, desde la cocina de casa, desde mi bolsillo y desde la atención plena. Feliz compra!