Proteína vegetal, una gran aliada de la flora intestinal

Cada día me encuentro con más personas que tienen nuevas razones para reducir o eliminar el consumo de proteínas animales en su dieta, empezando por la carne roja. Suelen ser razones ideológicas o recomendaciones médicas para combatir algún desajuste, pero pocas veces se habla de cómo reacciona nuestra flora intestinal después de tomarnos un chuletón o un plato de lentejas.

En un proceso de descomposición, la diferencia entre un animal y un vegetal es que el primero se pudre y el segundo fermenta. La carne roja por ejemplo, produce al descomponerse subproductos químicos orgánicos como la putrescina y la cadaverina (ya sólo los nombres suenan mal), además de una serie de bacterias nocivas en el intestino (residuos toxicos, urea, etc.). Desde un punto de vista energético, el consumo de carne produce exceso de calor y densidad al organismo y se relaciona con temperamentos más agresivos. La descomposición del pescado es menos tóxica que la de la carne (siempre que no sea de picifactoría), y por eso conviene acompañarlo también de vegetales verdes, rábanos, o limón para facilitar su digestión.

Sin embargo, el proceso de descomposición de los vegetales es mucho más limpio y no deja residuos tóxicos que estropeen la flora intestinal. La energía que proporciona un plato de legumbres es siempre mucho más moderada y sostenible para el cuerpo.

Lo que parece estar contrastadísimo por los nutricionistas, biólogos y médicos más reconocidos del momento, es la relación que hay entre lo que comemos y la calidad de nuestra flora intestinal, así como el mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, de colon y autoinmunes cuando se consume en exceso proteína animal, empezando por las carnes rojas y los lácteos de vaca.

Por tanto, incorporar proteínas vegetales a la dieta, una media de tres veces por semana, parece ser una buena idea que beneficia tanto a nuestra salud, como a nuestro estado de ánimo y vitalidad.

Personalmente me gusta innovar con las legumbres, con verduritas de temporada, champiñones, etc. y las combino siempre con un cereal integral (arroz, mijo, quinoa…) y semillas de sésamo o girasol para obtener una de las fuentes más completas de aminoácidos esenciales.

Para mejorar su digestibilidad, las cuezo al menos una hora con un trozo de alga Kombu, o con alguna especia como el hinojo o el comino.

Una idea divertida y deliciosa con lentejas es la de hacer un pastel. Una vez cocinadas las lentejas, las salteo con cebolla, hinojo, zanahoria, apio y championes, un poco de mijo cocido, y condimento con comino y perejil. Con ello hago un puré, para después hornearlo durante 30 min.en una fuente bonita, y darle consistencia de pastel.

La lenteja francesa o Dupuy es una de mis favoritas por su sabor fino, algo dulzón y por su rápida cocción. Está considerada como el caviar vegetal: 100 gr. aportan 3 veces más de hierro que las lentejas ordinarias. Poseen un alto contenido de fibra, favorecen la digestión y el buen estado de la flora intestinal.

Seguro que si pruebas así las lentejas no las dejas! 😉

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