Refugios pequeños y con personalidad, experiencias grandes que llevar
“Los huéspedes deben tener el visto bueno del perro de la casa”, dice un pequeño cartel colocado cerca de la recepción del Hotel Cardamomo de la cadena Rusticae, sobre la pequeña cama de un galgo elegante y tranquilo que da la bienvenida cariñosa a los que entramos por primera vez. El cartel me hace sonreír. No sólo me encantan los hoteles amigos de los animales, si no que todos los detalles de la acogida ya auguran una estancia atenta y agradable nada más entrar. Era el día de mi cumpleaños, y Antonio, el dueño, me sorprendió con un regalo precioso a base de productos cosméticos naturales de la zona. 🙂
Mi siguiente #recargarusticae sucede en las grandes extensiones de praderas y bosques de robles que separan Atienza de Sigüenza, en la pequeña villa de Carabias. Aquí se encuentra el maravilloso refugio de piedra y teja con nombre de especia (mi favorita, por cierto), pensado para realizar una cálida inmersión en plena naturaleza. Llegué en pleno anochecer, cuando las chimeneas de la casa empezaban a a despertarse y el salón del comedor parecía estar esperándonos con sus mejores galas. Los grandes muros de piedra que se ven desde fuera, transmiten una calidez y tranquilidad enorme desde dentro.
Cada habitación tiene su propia personalidad, decoradas con estilos diferentes. No sabes cuál te gusta más, te apetece estar en todas… En la planta abuhardillada de la casa se encuentran dos suites preciosas y una habitación superior de estilo oriental, todas ellas puestas con mucho gusto. Rematando la escalera principal, das con otra sorpresa muy original, obra de su dueño, un belén de clics de Playmobil al que no le falta de nada! 🙂
Lo que yo no esperaba encontrar dentro de la casa, era la zona de spa privada, de un tamaño exquisito para dos, como de cuento, perfectamente diseñada para recuperar energía y relajarse durante horas: sauna, jacuzzi, y masajes rejuvenecedores. Qué descubrimiento!!. La estancia empezaba a resultar sorprendente en cada rincón… el salón de estar, decorado con grandes cortinas y sofás de terciopelo, cuenta con una pared de ventanales con vistas a las praderas que invitan a tumbarse y contemplar el silencio… o a jugar a los juegos de mesa que encuentras en una de las mesas. Tengo que reconocer que es de los sitios donde menos me ha costado desconectar de la tecnología, sientes una paz inmediata al poco de estar allí y no sabes qué te ilusiona más, si las atractivas rutas planeadas para el día siguiente por los alrededores, o la vuelta al hotel al final de la tarde… y hablando de rutas, tanto la del Robledal como la del Románico, son impresionantes.
El desayuno se nota que está preparado con mucho cariño, bizcochos y mermeladas caseras, yogures artesanos, panes y embutidos de la zona, cereales, fruta y frutos secos, semillas, huevos revueltos, aceite de oliva virgen, etc. Y sigue la tranquilidad por la mañana, como si a todos los huéspedes sonrientes nos hubiesen hipnotizado bajo el mismo embrujo…
Pero sin duda, el protagonista de la mañana es la luz que entra en toda la casa, incluso en días de lluvia como los que yo cogí.
No obstante, me queda pendiente volver en verano para disfrutar de la bonita piscina del exterior, del jardín con mirador y vivir las famosas fiestas de la lavanda que se organizan alrededor. El Hotel Cardamomo es sin duda mi nuevo refugio para próximas temporadas, eso sí, la próxima con mi perro también 🙂
Gracias por la fantástica recarga energética @rusticae @hotelcardamomosiguenza
#recargarusticae